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Érase una vez Blancanieves y otro cínicas

Bruno el cazador, con su cámara, hizo realidad el sueño de su madrastra. Alguien finalmente cumpliría la sentencia: matar a Blancanieves. Él salvó a las chicas de su destino tonto.


La bella y blanca heroína, sumisa y sonora, definitivamente pertenece a "una vez". La imagen técnica que nació con la fotografía en los tiempos en que Branca de Neve pertenecía a la imaginación al servicio de la moral, llega hoy para salvarnos del mito, terminando de una vez por todas el imaginario de la redención para la linda niña que se salvó porque fue esclavizada y esclavizar por ser el lindo. Los otros: Caperucita, Alice y cualquier otra persona que esté cerca, lo acompañan.


Bruno Vilela puede no imaginar la revolución que acaba de promover. Vilém Flusser, autor de la filosofía de Caixa Preta, afirmó que el fotógrafo siempre es un cazador. No podemos desperdiciar la analogía entre cazador y fotógrafo en vista del trabajo que vemos aquí. Su arma, la cámara, confirma el vínculo entre lo imaginario y lo real, entre la producción de la imagen y la forma en que las mujeres podrán verse a partir de ahora. El feminismo está agradecido. Más que él, todos los que conocen el poder que tiene la producción de imágenes en la construcción de subjetividades. Es un golpe en el estómago del espectáculo. Bruno Vilela puso fin al mito de la niña bonita que, para mantenerse con vida, necesita un hombre, ya sea un grupo de enanos que explotan su capacidad para el trabajo doméstico, o el príncipe que recibe a la belleza muerta en su programa de bodas.

 

¿Quién tendrá el coraje de contarles a los niños la historia de las chicas buenas, las heroínas huérfanas, las sumisas a la madrastra malvada que niega la maternidad y se rinde a la vanidad, la que pierde temporalmente el único lugar que quería en la vida, el de una princesa, para luego recuperarlo en la grandilocuencia de la condición de esposa y reina, la que vive por el efecto mágico del matrimonio, la que es salvada por los animales del bosque, por el grupo de enanos generosos y asustados, la que se rinde a la romantización, la que no conoce Los peligros del bosque, ¿qué no sabe el lobo?

 

¿Quién tendrá el coraje de decir que el cazador se ha cansado de su papel piadoso, que el dulce guardaespaldas ya no quiere saber mentiras, una imaginación que sirve a las ideologías? La caza de heroína está a favor de otra realidad.

 
Y ahora, ¿pagará Bruno caro por abrir estas verdades sin piedad ante nuestros ojos que no quieren ver?

 

Marcia Tiburi


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